Es seguro que los pesticidas tienen efectos negativos sobre las trabajadoras palmeras

Interview

Redactie
Door Redactie 7 mei 2025

Muy temprano en la mañana, antes de que salga el sol, Darsinah se prepara para ir a trabajar en la finca Berlian. Es una plantación palmera en Kotabaru, en la provincia indonesia de Kalimantan del Sur, donde trabaja con herbicidas.

Darsinah ya lleva diez años realizando este trabajo. A las siete de la mañana, cinco mujeres que trabajan en la pulverización, todas vestidas con camisas naranjas, botas verdes y mascarillas, se reúnen para recibir instrucciones. El grupo se dirige a una pequeña zona de almacenamiento para recoger el herbicida, que se vierte desde grandes bidones en recipientes especiales con mochila con correas y cabezales pulverizadores.

Entre los productos utilizados se encuentran el paraquat y el triclopir, sustancias asociadas a problemas de salud. El paraquat, una sustancia prohibida por la UE desde 2007 debido a su toxicidad, se relaciona con la enfermedad de Parkinson, mientras que la Organización Mundial de la Salud considera que el triclopir es moderadamente peligroso. "Cuando usamos una mezcla de Supretox (paraquat) y Triester (triclopir), la picazón comienza de inmediato", dice Poniah, quien lleva ya un año trabajando en la plantación.

Protegerse a sí mismo

Otra trabajadora, Herli Susanti, muestra irritación en uno de los brazos. Hasan, un capataz de la finca, confirma que los herbicidas pueden provocar irritación en la piel e incluso hacer que los trabajadores pierdan sus uñas al entrar en contacto con el herbicida. Es lo que sucedió con Darsinah, cuyas uñas se han arruinado por la exposición prolongada a productos químicos. A pesar de estos peligros, la plantación no proporciona equipos de protección personal (EPP). Las mujeres deben comprar sus propios pantalones, camisas, mascarillas y botas.

“Lo ideal sería que existieran ciertos protocolos, pero usamos lo que tenemos. Ya que no nos dan nada. Compramos las mascarillas, pantalones, camisas y botas nosotras mismas”, dice Poniah. Antes trabajaba en la plantación de Minamas, donde los trabajadores reciben un EPP completo y pueden reemplazar equipos gastados de forma gratuita. Deborah Simanullang, una trabajadora de la finca y secretaria general de una federación sindical, dice que igual hay discriminación, ya que a los hombres sí se les ofrece un equipo adecuado, como botas de trabajo.

Mujeres que trabajan como pulverizadoras en la plantación Berlian de Kotabaru. De izquierda a derecha: Herli Susanti, Darsinah, Siti Warnia, Poniah y Ori.

 

Herli Susanti muestra decoloración en su mano, provocada por los productos químicos agrícolas que pulveriza.

39 pesticidas diferentes

Un estudio realizado por Public Eye en 2020 muestra que Indonesia importó más de 2.000 toneladas de paraquat en 2019, la mayor parte proveniente de Syngenta, una empresa de agroquímicos con sede en Basilea y una fábrica en el Reino Unido. El año pasado, un estudio realizado por International Palm Oil Workers United (IPOWU) y Profundo identificó 39 productos químicos y pesticidas diferentes utilizados en las plantaciones palmeras en Indonesia. Además del paraquat, también se utilizan otros productos químicos, como el triclopir y el glifosato. Se capacitó a sindicalistas como enumeradores, que luego realizaron el estudio.

"Después de llevar a cabo la investigación, los sindicalistas de la empresa protestaron contra el uso de determinado pesticida", dice Dwi Pratikto, secretario general de FSPPP-SPSI (Federación de Trabajadores Agrícolas y de Plantaciones). Dwi dice que el pesticida, que se usa principalmente para matar insectos, es tan tóxico que incluso inhalarlo puede casi provocar que los trabajadores se desplomen. “En un principio hubo dos personas que tuvieron problemas por estas cosas. Los ayudamos a ir a la clínica. Cuando ocurrió otro caso, exigimos que se prohibiera la sustancia". Los sindicatos amenazaron a la gerencia con hacer público el caso. La empresa dejó de usarlo y los trabajadores involucrados recibieron cartas diciendo que dejaran de pulverizar y se los cambió a otras funciones.

Darsinah dice que tuvo que remover dos de sus uñas después de un contacto prolongado con agroquímicos.

La mayoría de las pulverizadoras femeninas no tienen contrato permanente. Darsinah, la mayor de todas, solo consiguió un contrato fijo hace dos años. Las demás trabajan sobre la base de un sistema de dos días de salario, con cuatro días adicionales pagados sobre la base de la producción. Se supone que cada pulverizador rocía cinco hectáreas por día. Aunque las reglas dictan que pueden trabajar hasta cinco horas por día, debido a la exposición a productos químicos, los capataces a veces las presionan para que trabajen más tiempo.

Picor de la piel

Las cosas son un poco diferentes en la plantación de Minamas. Los trabajadores, incluidos los pulverizadores y los trabajadores quienes aplican fertilizantes, tienen equipos de protección personal (EPP). Todos los productos químicos se almacenan en un almacén y una persona se encarga del almacenamiento de todos los equipos de protección personal. Los fumigadores deben ducharse antes de comenzar el trabajo e inmediatamente después.

Las mujeres de la finca de Berlian desean que la empresa las tome con un contrato fijo, tal como se hizo con Darsinah. “Llegamos acá desde Java y Flores en busca de trabajo, pero solo trabajamos dos días y los otros cuatro, nos dedicamos a rascarnos la piel, que pica mucho", dice Poniah.

Texto y fotos: Steven Handoko

 

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